Gritas. El eco escapa renombrado en cada galería, en cada vértice de cuevas que se extienden por la espalda. Te enderezas el aire se rompe contra tus uñas. No queda un paso más por explorar que la huida en el centro de la boca. Te miras en el espejo, la carcel perfecta en el fondo de tu mirada. Una sola esperanza, nimia, invisible, de que Ariana sepa hilar su desnudez desde tu cuerpo. Despiertas derrotado: no hay forma de navegar una estrella hacia la salida de las pupilas, no existe un solo hilo que te rescate de tu rostro: corno, bufante y minotauro.
No, no soy poeta. Escribí y a veces escribo poesía. Este blog se convierte en talvez el unico sitio donde verá la luz.