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Reloj

El miedo a que transcurra al día. Aferrarse con bruzquedad a las manecillas, romperse la piel de los dedos en el cristal de las horas. ¿Cuánto nos espera? La lucha interminable, los enemigos a tu lado, sonriendo. Los autos como una posibilidad de feretro vertiginoso y metalico. El vertigo, siempre el vertigo. La caida. El odio que toma a los sueños por asalto. Verte a ti mismo como asesino, y sonreir al amanecer. Sobretodo, sonreir al amanecer, al recordar la sangre en la memoria.

Que ganas de que no llegue mañana. Sin embargo, que necesidad de que transcurra. Salimos de la piel: plateados, rigidos, vacios. Los ojos de oscuridad que son nuestra unica mirada. Pero llegará mañana con sus nuevos ataques, las uñas en la oscuridad, las sombras que son ellos, los otros, los enemigos, los de rostro liquido.

No hay opcion al miedo. El tiempo llega y nos destruye. El maldito cristal de los minutos. Yo aferrado a la posibilidad de una latir estatico. Yo lazandome de cabeza contra el aire solido, contra sus dientes de diamante.

Cada palpitar es entonces una demostración que de somos devorados.

Comentarios

Carmen dijo…
Te he encontrado por casualidad. Es muy bueno lo que escribes.
Yo también tengo vértigo, el físico y el otro, primero fue el otro, después se manifestó en mi y ahora lo arrastro por las calles y los hospitales.

Un saludo desde España.

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